Divorciarse en Japón puede significar perder a tu hijo para siempre. El término custodia compartida no existe, ni tampoco los regímenes de visita. Por esta razón, los nombrados “padres abandonados” luchan por cambiar la justicia.
El documental “Desde las sombras” describe esta problemática. Un doloroso y claro ejemplo lo cuenta Rina Furichi: al llegar a casa encontró que su marido había cambiado la cerradura y su hija se encontraba dentro de la vivienda con él. El juez, otorgó al padre la patria potestad, por el simple hecho qué en el momento de presentar el divorcio, él tenía a cargo su hija.
Contar con la custodia física del menor supone obtener la potestad en 9 de cada 10 casos, lo que hace que muchos padres intenten hacerse con el menor forzosamente antes de plantarse ante el juez.
Normalmente, los diversos juzgados de familia siempre intentan buscar acuerdos al margen del tribunal, para evitar fallar a favor de uno u otro y provocar así que uno de los progenitores pierda a su hijo. Alrededor de 150.000 niños japoneses resultan cada año separados de uno de sus padres hasta la mayoría de edad (20 años en Japón).
La única posibilidad que tienen los padres abandonados es ofrecer dinero (tipo una pensión alimenticia) cada mes, para poder ver su hijo alguna vez al año. No obstante, la justicia japonesa no obliga al progenitor que tiene el niño a cumplir estas visitas.
Poco a poco, tras la lucha de organizaciones, se están observando unos primeros y tímidos pasos para avanzar. El primer paso tuvo lugar en febrero, cuando se celebró por primera vez un comité con la intención de estudiar una posible modificación legislativa.
Este pequeño progreso, puede llegar a ser el punto que desequilibre la balanza, sin embargo, aún queda mucho trabajo por hacer.
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